Todo el mundo adora irse de viaje. Ver sitios diferente, comer su comida, conocer la cultura, y, en todo viaje que se precie, está la visita al museo de turno y ver todas las antigüedades que ahí se custodian. En esta entrada, os comentaré mi reflexión tras, 4 años de carrera, haber realizado prácticas en distintos museos, como veo el asunto, que a más de un historiador o especialista, le trae de cabeza.
Este año además, he tenido la asignatura de Patrimonio, que nos ha abierto a sus alumnos una gran lista de preguntas y cuestiones relacionadas con el tema. Vemos que es algo complejo, que no todo consiste en vitrinas, y que es algo que se mantiene tan vivo como nosotros.
Lo primero que me planteo es: ¿Qué es un museo? Y ¿Qué función debe tener? Quizás estas preguntas, cuya estructura es breve, son las más complejas a responder. Bien, pues yo, no voy a andarme con historiografías o características técnicas de los museos más conocidos. Yo, me voy a mojar en el asunto.
Para mí, un museo debe ser ese sitio de la ciudad que conserve y exponga los restos de la cultura que un día la caracterizó. Además, debe ser un lugar donde se aprenda, donde se investigue y donde guste ir. Un lugar vivo, que sea el reflejo de las inquietudes de su población y que nos cuente una historia cercana y viva.
Este parrafito anterior puede ser considerado de “muy bonito” pero nuestra realidad es otra. Nuestra realidad es el reflejo de nuestras inquietudes. Sin embargo, soy de las que opinan, que no todo es tan negativo ni catastrófico. Todo depende de las ganas que pongamos. Y creó que hay muchas. Me cuesta entender cómo a veces los museos están desérticos y la noche de los museos, las colas son inmensas. Más allá de recursos, financiación (ojo, que son muy necesarios) creo que los historiadores tenemos mucho que ofrecer y debemos cambiar algunas concepciones.
Tenemos que sacar los conceptos de las vitrinas y revisarlos, porque todo se puede exponer de otra manera. Debemos salir del NO TOCAR para romper concepciones. Y es aquí, donde las TIC están empezando a revolucionar estos asuntos. Están dando más vida, están creando nuevos conocimientos y formas de expresarlo y están llegando a más gente. Nos encontramos en un punto que, vamos a cambiar la historia, y eso es tarea de todos, cambiamos el museo – santuario, con ese silencio tan característico, por museo vivo donde de verdad, se empiece a contar nuestra historia.
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